miércoles, 18 de septiembre de 2013

0 Carta al padre, de Franz Kafka (1952)


En esta inquietante carta, escrita en 1919 pero publicada póstumamente como la mayor parte de la obra de este escritor checo, Franz Kafka enfrenta a su padre, Hermann Kafka, y le reprocha sin ambages el abuso psicológico y el trato tosco y rígido que recibió de su parte prácticamente desde su niñez hasta bien entrada su juventud. En esta misiva, escrita a sus 36 años, Kafka logra finalmente articular una serie de críticas, reproches y explicaciones que no había conseguido expresar antes debido a la inseguridad, timidez y nerviosismo que dominaban su forma de ser. Echando mano de una honestidad casi brutal, el escritor hace un recuento de la tensa y problemática relación con su padre, un hombre insensible, despótico e imposible de satisfacer, cuyo trato abusivo y excesivamente estricto, más cercano al acoso que a la enseñanza, inevitablemente moldeó la personalidad de su hijo Franz, agudizando su ya de por sí introvertida personalidad y profundizando sus temores e inseguridades.

Obra clásica de la literatura catártica y de la introspectiva, Carta al padre es un documento al que conviene acercarse con cautela, pues si bien Kafka se esfuerza por escribirle a su padre desde la madurez, la resignación y la serenidad, no por ello su relato es menos impresionante y melancólico. El punto de partida del autor es aceptar que el primer sentimiento que le provoca su progenitor es miedo. A partir de este reconocimiento, Kafka intentará explicarle a su padre los motivos del temor que siente hacia él, lo que le llevará a repasar algunos de los episodios más significativos y tormentosos de su infancia y su adolescencia, la agresividad, las risas malévolas, los sarcasmos, la violencia psicológica, los insultos, las amenazas; en fin, una larga serie de agravios e improperios que el escritor recibió de quien se suponía que debía ser su protector y su maestro.

Franz Kafka describe a su padre como un hombre fuerte, rudo, iracundo, de carácter vital, formado a sí mismo, al que le hubiera gustado verse reflejado en alguno de sus descendientes, especialmente en Franz, el único hijo varón que logró sobrevivir. Para decepción y frustración del padre, Franz no resultó ser el enérgico y varonil niño que esperaba, sino una criatura introvertida, insegura, callada e insociable. Para todos era notable como incluso las complexiones contrastaban enormemente entre el padre y el hijo. Alto y fornido el primero, delgado y frágil el segundo. La vergüenza por su propio cuerpo sería sólo el primero de los muchos traumas que Franz desarrollaría durante su infancia. Las constantes críticas, la evidente frialdad y la antipatía que su padre guardaba hacia él por no ser el hijo esperado, encumbraron fuertes sentimientos de culpa y animadversión que finalmente desembocaron en el rompimiento de uno de los vínculos más sagrados y robustos de la cultura universal: el vínculo padre-hijo, que en el caso de Hermann y Franz, tristemente quedó dañado de manera irreparable.

De toda la obra de Kafka, esta tristemente célebre carta es quizá el documento más estudiado y analizado. Y no es para menos, Carta al padre es una de las más profundas y complejas obras que se hayan escrito sobre un conflicto personal. Para algunos, la importancia de esta carta radica en que revela la génesis y las claves del carácter blando, frágil y tímido de su autor. Por otra parte, Carta al padre ha provocado numerosos debates entre críticos y estudiosos, ya que algunos ponen en duda la veracidad de los detalles biográficos que Kafka dejó plasmados en este documento y afirman que la carta debe entenderse más como fábula que como autobiografía. El mismo Max Brod, amigo íntimo del escritor e impulsor de la obra literaria de éste, parecía estar de acuerdo con esa idea e incluso llegó a afirmar que Hermann Kafka no era en realidad el tirano retratado por Franz en esta carta.

Más allá de la discusión sobre la veracidad de los detalles biográficos de Carta al padre, este documento es un impresionante y aleccionador ensayo sobre la relación entre padres e hijos, las relaciones familiares basadas en el autoritarismo y la necesidad elemental de todo ser humano de ser recibido y aceptado en la gracia paterna. Joya del género epistolar, Carta al padre nos ofrece uno de los más impresionantes recorridos que un lector puede hacer a la intimidad de otra persona. Los traumas que el rechazo y el distanciamiento paterno le provocaron a Kafka se descubren como espíritus de una casa embrujada que el escritor intentó exorcizar con este testimonio que, por cierto, su padre nunca leyó. En palabras que el mismo Franz Kafka le escribió a su amiga, la escritora y periodista checa, Milena Jesenská: “Escribir cartas es tener relaciones con fantasmas, y no quiero decir sólo con el fantasma del destinatario, sino también con el fantasma de uno mismo".

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